Fulgencio GARCÍA MEROÑO (30/01/1923, Balsapintada[1]). Hijo de José García Pedreño, labrador, y de Irene Meroño Antolinos. La familia debió de emigrar a Francia antes de 1936, instalándose a las afueras de Lyon (Rhône), en la localidad de Villeurbanne, calle Chemin Château Gaillard, nº 119. Soltero, contaba con estudios primarios y trabajaba como ayudante de herrero, posiblemente en la empresa S.T.E.L.A. (Servicio de Tracción Eléctrica Ligera y Agrícola), de Villeurbanne, dedicada a la fabricación de vehículos eléctricos para los alemanes.
Esta empresa fue el origen de la formación resistente a la que perteneció Fulgencio, la Red Brutus, de la Armeé Secrete. No hay datos de su incorporación, pero sí de su pertenencia, porque aparece en el registro de muertos y desaparecidos de la unidad como deportado no regresado.

La Red Brutus de Villeurbanne, Lyon, fue creada en mayo de 1942 por el adjunto del ingeniero de la empresa S.T.E.L.A. ubicada en esta localidad[2]. El grupo se extendió rápidamente entre los trabajadores, sobre todo los sindicalistas. La actividad clandestina empezó inmediatamente. Llevaron a cabo sabotajes, distribución de prensa clandestina, ataques a intereses alemanes, … El número de efectivos siempre fue muy bajo. En enero de 1943 eran 10 combatientes. José ingresó el 1 de enero de 1943 y poco después, en marzo, formaron los Grupos Francos e intensificaron la actividad. Había 4 grupos de seis hombres cada uno. Eran grupos de acción inmediata. Se especializaron en sabotear coches de los alemanes, pinchar neumáticos, echar azúcar o arena en los depósitos de combustible y en la colocación de explosivos[3]. Los hombres de cada grupo siempre llevaban encima lo necesario para entrar en acción y, cuando se presentaba la ocasión, actuaban[4].
En mayo de 1944 formaron, bajo el control de la CGT, las Milicias Patrióticas, constituyendo el batallón de los metalúrgicos. En julio y agosto participaron en la insurrección de Villeurbanne, requisaron la fábrica S.T.E.L.A. y combatieron en las barricadas levantadas en el centro de la localidad. Funcionaron hasta la Liberación de Lyon el 3 de septiembre de 1944.


Fuente: https://archives.rhone.fr/ark:/28729/60rv1khzxq5p/e1480d66-7984-45dd-9b36-f233e78f102b y https://archives.rhone.fr/ark:/28729/60rv1khzxq5p/65b1edfd-b559-403b-b4cc-70342cea1e93
Fulgencio fue arrestado por la Gestapo el 7 de julio de 1944 en su localidad de residencia e internado en la prisión de Montluc (Lyon). Ese verano en Villeurbanne, al igual que en Lyon, se sucedían las acciones de la Resistencia, que en esos momentos contaba con un gran apoyo de la población. La respuesta de la Gestapo y de las Milicias francesas fue contundente, sucediéndose las detenciones y ejecuciones de civiles y combatientes. Uno de los destinos de los detenidos fue la prisión de Montluc.
Esta prisión fue uno de los grandes centros de reclusión de la Resistencia. Controlada por los alemanes después de la ocupación, 1943, aplicó las leyes alemanas que permitían el encarcelamiento de resistentes, judíos y rehenes (secuestrados) en espera de la deportación. Era una prisión para los detenidos de la Gestapo bajo el control de Klaus Barbie, el “Carnicero de Lyon”, y sus hombres. En poco más de un año alrededor de 9.000 hombres, mujeres y niños pasaron por ella. Los presos padecieron torturas, vejaciones, escasa alimentación, falta de atención médica, hacinamiento, parásitos y el miedo constante a ser llamados al sótano o las oficinas de la Gestapo donde se producía las torturas. Táctica del terror aplicada con el claro objetivo de deshumanizar y acabar con los detenidos. Los que sobrevivían eran deportados, vía Drancy, a Auschwitz si eran judíos y a Compiègne y Romainville con destino a Dachau, Struthof o Ravensbrück los demás. Desde Montluc salieron hacia la deportación ocho murcianos. Ravensbrück. Neuengamme, Dachau y Buchenwald fueron algunos de los campos a los que fueron enviados[5].
El 11 de agosto Fulgencio partió de la estación de Lyon-Perrache rumbo al campo de tránsito de Compiègne, en París, en un convoy con cerca de 650 presos, entre los que había un centenar procedentes de la prisión francesa de Saint-Paul. Eran los últimos deportados de Lyon, ciudad liberada tan sólo un mes más tarde. En Compiègne fue clasificado como “preso preventivo político”. Fue el comienzo de un trayecto diabólico que comenzó en el campo de concentración de Natzweiler, al que llegó el 18 de agosto, una estancia muy breve debido a la cercanía de las fuerzas aliadas. Allí recibió el número 22.492 y fue asignado al barracón 8 (a la enfermería). En el registro de este campo se reseñó que sufría una enfermedad hepática desde hacía cinco años a la vez que le confiscaban todas sus pertenencias.

Al poco fue enviado al campo de Dachau, en el que ingresó el 6 de septiembre con el número 103.908, en el que estuvo algo más de un mes.

Más tarde fue trasladado al campo de Neuengamme, al que llegó el 22 de octubre y donde se le adjudicó el número 61.854. Tres días más tarde fue transferido al Kommando Meppen Versen, encargado de construir el muro defensivo denominado «Friesenwall». Este subcampo fue desalojado por la SS el 25 de marzo de 1945. Los detenidos capaces de andar regresaron al campo de Neuengamme y los enfermos fueron evacuados en tren hasta Bremen.

A partir de ese momento los testimonios difieren sobre su destino final: liberado en abril de 1945 o –lo más probable– fallecido en el hundimiento del crucero “Cap Arcona”, en la bahía de Lübeck, el 3 de mayo de ese año. Otra fuente afirma que lo vieron en el Hospital Naval de Bremen en junio de 1945 o que falleció en Sandbostel en esa misma fecha, cualquiera de ellas asociadas a las “Marchas de la Muerte” procedentes de Neuengamme. Los intentos ulteriores de conocer su paradero fueron infructuosos. Averiguaciones que solicitó el Ministerio de Antiguos Combatientes y Víctimas de Guerra solicitó, en 1962, al Servicio Internacional de Búsqueda, Arolsen y a la Cruz Roja Internacional. La opción más repetida es la de su muerte en la “Marcha de la Muerte” que llevó a miles de prisioneros hasta el mar Báltico. Este es uno de los episodios más deplorable e incomprensible de este conflicto.
A medida que se acercaba el final de la guerra y los ejércitos aliados cercaban el territorio del Tercer Reich, la vida de los prisioneros en los campos de concentración se vio profundamente alterada. Aquellos que habían logrado sobrevivir a ese infierno no podían imaginar que ese monstruo agonizante iba a arremeter contra ellos en un ataque que superaba los límites de la crueldad exhibida hasta ese momento[6]. El aparato nazi puso en marcha toda su maquinaria de exterminio[7]. Las posibilidades de morir aumentaron exponencialmente como consecuencia de las denominadas “Marchas de la Muerte”, evacuaciones masivas de campos y subcampos de concentración hacia otros más alejados y, con frecuencia, a ninguna parte. Todo esto ocurría cuando las tropas aliadas se encontraban a las puertas de los campos y los prisioneros podían percibir que la liberación estaba próxima[8].
Estas marchas incluían, con frecuencia, a miles de prisioneros, que debían desplazarse a pie hasta puntos que podían estar a más de cien kilómetros de distancia, con tramos diarios que rondaban los treinta. Esfuerzo que muchos de estos cuerpos ya exhaustos no podían soportar. Debilidad que era combatida por los SS con más violencia, golpeando a los prisioneros para acelerar el ritmo, los que no podían eran ejecutados y sus cuerpos abandonados en el camino. Los prisioneros que podían caminar eran provistos de una manta y algo de comida, nunca en función de la duración del trayecto; los demás eran abandonados a su suerte donde se esperaba que encontraran la muerte. La mayoría de las marchas se hacían a pie, aunque también las hubo en barco y en tren, en viajes erráticos que podían acabar, tras días de vagar de un lugar a otro, en el punto de partida, dejando muchos muertos debido al hacinamiento, con enfermos y sanos compartiendo espacio, así como a la falta de agua y de comida.

El drama que acompañó a los deportados a Neuengamme alcanzó el delirio en la bahía de Lübeck, en el Mar Báltico, destino de algunas de las “marchas de la muerte” de este campo. Entre el 20 y el 26 de abril de 1945 alrededor de 11.000 deportados llegaron hasta la bahía en una de las impresionantes “marchas de la muerte”, un centenar falleció durante el trayecto, víctimas del hambre y de las ejecuciones. Allí esperaban anclados cuatro barcos: dos trasatlánticos –Cap Arcona y Deustschland–, y dos cargueros –Athen y Thielbeck–. En ellos fueron embarcados los deportados, bajo vigilancia de las SS, para ser hundidos con toda su carga por dos submarinos alemanes. La idea fue de Kart Kaufmann, comisario del Reich para la Marina y la ejecución la asumió Gehrig. En el Cap Arcona fueron encerrados 6.500 deportados y 600 soldados de las SS[9]. Parte de los prisioneros fueron evacuados posteriormente dejando a bordo 4.600 presos. El barco estaba diseñado para albergar a 2.000 personas. El hacinamiento, la falta de agua y de comida, así como la ausencia de cuidados médicos provocaban entre 15 y 30 muertos al día, que eran retirados por una barcaza. La descomposición y el hedor que invadía el barco eran insoportables. Todo esto ocurría en un barco de lujo, que incluía piscina climatizada, ahora ocupada por prisioneros agonizantes, imágenes que enfatizaban el dramatismo y la incomprensión de la situación. El 3 de mayo un avión británico observó los buques con bandera alemana e inició el bombardeo. De nada sirvieron las señales que se hicieron desde los barcos. Cuando comenzaron a caer los proyectiles los prisioneros que pudieron se lanzaron al mar, pero eran ametrallados por los SS; otros murieron de hipotermia, por las heridas o arrastrados por las olas. Los que estaban en las bodegas no pudieron hacerlo, la mayoría murieron asfixiados por el humo de los incendios. El Cap Arcona llevaba cuatro botes en los que pretendieron ponerse a salvo los SS. Los salvavidas y cualquier otro objeto que hubiera servido a los prisioneros como flotadores habían sido retirados. Cuando el barco empezó a hundirse, los pocos supervivientes que quedaban nadaron hasta la orilla, donde fueron acribillados a balazos por los SS que esperaban al otro lado. Entre los que se salvaron, 306 lo consiguieron encaramándose al casco del buque hundido, otros 20 fueron rescatados por pescadores de la zona. De los 4.600 salieron con vida 350 presos. La cifra de SS y tripulantes que salvaron sus vidas fue de 490. Todo esto ocurría con Hitler muerto desde el 30 de abril y a seis días de la capitulación de Alemania el 9 de mayo de 1945[10].

[1] En algunas fuentes nazis figura como nacido en Cartagena o incluso en la localidad francesa de Bercy. También aparece, ocasionalmente, como nacionalizado francés. El nombre varía, puede ser Florentino, Fulgencio, Flotent, Fulzancia. También hay variaciones en la fecha de nacimiento
[2] https://viva.villeurbanne.fr/histoire/2018/novembre-decembre/villeurbanne-capitale-des-camions-electriques
[3] MdH, 69.20.5, 6
[4] MdH, 69.20.10
[5] Castillo Fernández, J. y Escudero Andújar, F.: Deportados murcianos a los campos de concentración nazis, Ed. Archivo General de la Región de Murcia, Murcia, 2021; Escudero Andújar, F. y Egío García, V.: “Deportados murcianos: el exterminio a través del trabajo”, en VVAA: Murcianos bajo el Tercer Reich: exilio, resistencia, trabajos forzados y deportación, Taller de Historia, Archivo General de la Región de Murcia, Ed. Tres Fronteras, Murcia, 2023
[6] ¡Nunca Más!, Boletín de la Amical de Mauthausen y otros campos de concentración nazis, nº 63, 2020, p. 5
[7] Sofsky, W. (2016): La organización del terror: los campos de concentración. Buenos Aires: Prometeo Libros
[8] La percepción y sentimientos de las deportadas españolas en esos momentos se puede consultar en Catalá, N. (2000): De la resistencia y deportación. 50 testimonios de mujeres españolas, Barcelona, Ediciones Península
[9] Al Deustschland, barco hospital, fueron destinados 100 prisioneros; al Athen 1.998 y al Thielbeck 2.800 más 700 SS y 200 tripulantes. Morales Mariño, R. (2011): “El Cap Arcona: del glamour al Holocausto”, Revista General de Marina, Ed. Ministerio de Defensa, pp. 462-480, en http://www.armada.mde.es/
[10]Traces of War https://www.tracesofwar.com/articles/5383/Floating-concentration-camps-in-the-Bay-of-L%C3%BCbeck.htm